viernes, 20 de julio de 2012

¿Qué es lo que hay que cambiar?


Una reflexión sobre el antiguo y siempre necesario tema de la conversión cristiana.


La renovación cristiana es, ante todo, transformación integral. No se trata de querer volver hacia un ideal que dejamos atrás (El paraíso perdido), sino de ir hacia adelante (el paraíso encontrado, de Juan, el vidente del Apocalipsis). El horizonte final de la trasformación cristiana es avanzar hacia el modelo perfecto del ser humano pleno: hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo Jesús (Ef: 4-13).

Hacia la transformación
El apóstol Pablo enseña que esa trasformación implica todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.
Exhorta él: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Y después explica que: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Ro 12: 2–3).
Es decir, a medida que nos vamos trasformando, vamos también comprendiendo cuál es la voluntad de Dios. Se trata de ir experimentando la trasformación, para ir comprendiendo la voluntad del Señor. ¡Extraordinario proceso siempre continuo!

Tenemos, entonces, que la transformación que buscamos tiene que ver con todo lo que somos y hacemos.

Recuerdo ahora un coro que se canta en toda América Latina: “Renuévame, Señor, Jesús; ya no quiero ser igual” y después confiesa: “porque todo lo que hay dentro de mí necesita ser cambiado, Señor”

¿Cuál transformación?
¿Todo debe ser cambiado? ¿Nada sirve? Estas preguntas fueron el centro de las discusiones de Jesús con los religiosos de su tiempo. Jesús los sorprendió cuando les enseñó que el arrepentimiento no era solamente dejar de hacer lo malo para llegar a hacer lo bueno, sino, algo aún más difícil de lograr: dejar de hacer lo que consideraban que era bueno, para llegar a hacer lo que consideraban que era malo. ¡Esto sí que es arrepentimiento! Eso fue lo que le pasó, por ejemplo, a Pedro en su experiencia en la casa de Cornelio, el gentil Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. (Hch 10:13).

Volvamos a la pregunta inicial, ¿qué es lo que hay que cambiar cuando hablamos de renovación? En Romanos 12: 2–3 encontramos unas pistas. Cambiar la forma en la que conceptualizamos y en la que nos relacionamos con los criterios que imperan en el mundo presente. En este mundo algo anda mal; eso ya lo sabemos. Por eso, los trasformados en Cristo deberíamos vivir de manera contracultural. Lo que no significa aborrecer la cultura, sino contradecir (resistir) los patrones culturales que atentan contra la vida plena. ¡Imagínense si esto no tiene que ver con nuestra manera de hacer política, de vivir nuestra ciudadanía responsable, de relacionarnos con la Creación y de vivir nuestras relaciones laborales y familiares, entre muchas otras!

Por otra parte, enseña Pablo que la trasformación está asociada a un cambio en la manera de pensar. Las diferentes traducciones bíblicas, de una u otra manera, con unas u otras expresiones, apuntan siempre al mismo concepto: trasformación de la mente, o una nueva mentalidad. Una de las traducciones, la versión popular Dios Habla Hoy opta por “cambien su manera de pensar para que cambie su manera de vivir”.

Más que una doctrina
De lo anterior, algo queda claro, y es que la trasformación (renovación) no es, como lo afirmamos por tantos años, cambiar la manera de creer (credo doctrinal) para asegurar la manera de morir (sobre todo, alcanzar la seguridad de la gloria eterna). Es algo más: “la conversión tiene lugar en medio de nuestra realidad histórica e incorpora la totalidad de nuestra vida, porque el amor de Dios está preocupado por esa totalidad”. Involucra nuestra manera de ser y de estar en el mundo; es una trasformación que conduce hacia una existencia caracterizada por el perdón de los pecados, por la obediencia a los mandamientos de Dios, por una renovada comunión con el Dios Trino, y por un crecimiento y una restauración de la imagen divina y la realización del amor de Cristo”.

Junto al cambio de cosmovisión (no conformarnos a este siglo) y al cambio de mentalidad (renovación del entendimiento), se suma la trasformación del sentido religioso y litúrgico de la vida. Esta última dimensión del cambio se relaciona con lo que Pablo enseña acerca de ofrecer el cuerpo: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (Ro: 12-1)

Es decir, que la fe en Dios es mucho más que en un ritual divorciado de la existencia y sujeto a la rigidez de la regulación eclesial; es, ante todo, una expresión dinámica del ser integral rendido al servicio (culto) de Dios. Ya enseña el viejo principio reformado que “celebramos el culto en cualquier lugar y en cualquier momento”; allí donde la vida respira y donde la caridad convierte en sagrado todo lugar del mundo.

 Más allá de las fórmulas
Entonces, ¿qué es lo que hay que cambiar? ¿qué áreas necesitan conversión? No hay una respuesta que sirva como fórmula universal. Cada cristiano o cristiana, cada comunidad cristiana o sociedad, en su momento histórico particular, necesita ejercitar el don del discernimiento para encontrar sus caminos de renovación.

La Declaración sobre Misión y Evangelización. Una afirmación ecuménica, lo plantea con acierto: “Si bien es cierto que la experiencia de la conversión es básicamente la misma, la conciencia del encuentro con Dios revelado en Cristo, la ocasión particular en que se da la experiencia y la forma concreta de la misma, difiere de acuerdo a la situación de cada persona”. Sin embargo, las Escrituras nos auxilian en el propósito de comprobar “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

 Romanos 12: 2–3, señala: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Por lo menos, los siguientes dominios de cambio: nuestra cosmovisión (mirada particular del mundo inspirada en la mirada de Jesús) que anime la resistencia e impida que nos conformemos “a este mundo”; la “mentalidad” o “renovación del entendimiento”.
Que nos permita pensar siguiendo los criterios de Jesús la “mente de Cristo”, según (1Co 2: 16) Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo. Para actuar según sus pisadas; y el sentido litúrgico de la vida, para vivir con reverencia ante Dios y desarrollar la percepción mística de la presencia de Dios, allí donde otros suponen que él ya no está.

ORACIÓN
Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.
Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones del mundo y por el contrario,  esté siempre dispuesto a servirte con amor sabiendo que soy hijo predilecto de un Padre que me ama.
DIVINO ESPIRITU, por los méritos de mi SEÑOR JESUCRISTO TU HIJO te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén, amén y amén.
Bendiciones de tu hermano Jesús Gadiel.

martes, 17 de julio de 2012

¡UNA FE MUY GRANDE!

"Los obstáculos que se presentan en el camino deberían servir para afirmar nuestra fe".

Versículo: Mateo 15:21-28

21 Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón.
22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole:
    Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un   demonio.
23 Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: 
    Despídela pues da voces tras nosotros.
24 El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25 Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: !Señor, socórreme!
26 Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
27 Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. 
   Y su hija fue sanada desde aquella hora.  

No podemos encubrir lo difícil que resulta entender la respuesta de Cristo al pedido de la mujer.
A primera vista hasta acusa cierto aire de descortesía.
Podemos echar mano de la imagen de Jesús revelada en las escrituras para saber que aun cuando sus palabras parezcan chocantes no son la manifestación de un corazón pervertido e insensible. Más bien descansamos en la realidad de que nunca alcanzaremos entender en toda su profundidad a la persona de Cristo. 


Nos basta con saber que camina y ministra en sujeción absoluta al Padre; cada una de las palabras que pronuncia no son de él, sino del Padre que lo envió (Jn 14:28).
La frase: "No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos" 
representa la típica respuesta que una mujer gentil podía esperar de un judío, 
pues ellos se referían despectivamente a los paganos como "perros". 
Si leemos literalmente las palabras de Cristo posiblemente veremos en su respuesta un insulto. 
Nos faltan otros detalles, como el tono de voz y la mirada, para lograr un acercamiento al objetivo de Jesús. 
Cuando consideramos otros encuentros similares en los evangelios presumimos que es muy probable que el Señor buscara probar la fe de esta mujer para sacar a luz cuán intenso era su deseo de garantizar la intervención de Dios en la vida de su hija. 
De todas maneras, Cristo le indica a esta mujer que él tiene otras prioridades que convierten en inoportuna su petición.
Lo que Jesús ha recibido está reservado para el pueblo judío.

En lugar de reaccionar ofendida, la mujer demostró verdadera comprensión de las extraordinarias riquezas disponibles en el reino.

La persistencia de ella, sin embargo, impactó al Hijo de Dios, pues la mujer inmediatamente respondió: 
"Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos."  (v. 27). 
Bien podría haberse mostrado ofendida o haber entrado en una discusión acerca de la injusticia de un ministerio que beneficiaba solamente a los judíos. 
La desesperación de ella, sin embargo, 
la ubicó en el punto en el que no existía humillación suficientemente grande que pudiera llevarla a desistir de su cometido. 
Creía que con apenas unas "migajas" de lo que estaba reservado para los israelitas le alcanzaba y sobraba. 
Su profunda comprensión y entrega impresionó a Cristo, y por eso exclamó:


"Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres". 
Y su hija quedó sana desde aquel momento (v. 28). 

La fe de la mujer no estaba errada. 
Jesús no se movió, ni la tocó, ni fue a visitar a la hija atormentada.

Apenas pronunció una palabra a favor de la mujer y la hija de esta fue liberada. 
Así se concretó la palabra de la mujer, pues, el Hijo de Dios no tuvo mayor desafío que dispensar apenas una "migaja" de todo lo que tenía para darle.
La mujer cananea nos inspira, una vez más, a no darnos por vencidos.

Los obstáculos que se presentan en el camino sirven para afirmar nuestra resolución de no retirarnos de Su presencia con las manos vacías.

miércoles, 4 de julio de 2012

ENTREGANDO TU VIDA A JESUCRISTO



El ser humano vive en una búsqueda constante de la paz y la felicidad y cuando cree haberlas encontrado, a través de logros profesionales, fama, fortuna, o el amor, sigue sintiendo un vacío que nada de esto pudo llenar.
¿A qué se debe esto? ¿Por qué aunque no nos falte nada sentimos que no tenemos lo que necesitamos para vivir en completa paz y felicidad?

Trataremos de explicártelo en los siguientes cuatro puntos a la luz de las Escrituras.
1. El propósito de Dios para nuestra vida
"Dios te ama y quiere que lo conozcas para El llenarte con su paz y darte una vida real, con sentido y propósito" para siempre.

La Biblia dice:
• Justificados,pues, por la fe, tenemos paz para con DIOS por medio de nuestro SEÑOR JESUCRISTO. (Romanos 5:1)
• Porque de tal manera amó DIOS al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Jesus dijo• Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10)
Seguramente te estarás preguntado si el plan de DIOS es que tengamos paz y una vida real, ¿Por qué hay tanta gente con dolor y llena de ira?
2. Nuestro Problema…Vivimos separados de Dios
DIOS nos creó en su propia imagen para que lo conociéramos personalmente y tengamos una vida llena de gozo. No nos hizo como robots que automáticamente lo amáramos y lo obedeciéramos, pero nos dio una voluntad y la libertad de escoger.
Desde el principio de los tiempos hemos escogido desobedecer a Dios y seguir nuestra propia voluntad. Esta selección nos separa de DIOS y terminamos viviendo en la miseria.
La Biblia dice:
• Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de DIOS. (Romanos 3:23)
• Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de DIOS es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)

La Biblia dice que cuando desobedecemos a DIOS el resultado es estar separados de El.
Nuestros esfuerzos nunca podrán unirnos a DIOS. A través de los tiempos la gente ha tratado de muchas maneras de cerrar la brecha y alcanzar a DIOS sin tener éxito.
La Biblia dice:
• Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12)
• Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12)
Solo hay una manera para alcanzar a Dios

3. El Remedio de Dios…La Cruz
Jesucristo es la única respuesta a este problema. El es el único que nos puede retornar a Dios. El murió en la Cruz y resucitó de la tumba, pagando el castigo por nuestro pecado y cerrando la brecha entre Dios y el hombre.
La Biblia dice:
• Porque hay un solo DIOS, y un solo mediador entre DIOS y los hombres, Jesucristo hombre. (I Timoteo 2:5)
• Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a DIOS, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificados en espíritu. (I Pedro 3:18)
• Mas DIOS muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
Dios ha hecho posible la única manera tenemos que decidir.

4. ¿Qué debemos hacer? …Entregarnos nuestra vida a Cristo y someternos a Su voluntad
Tenemos que confiar que Jesucristo perdona nuestros pecados y tenemos que determinar a obedecerlo por el resto de nuestras vidas. De esa manera podemos conocer a DIOS y encontrar paz otra vez.
La Biblia dice::
• Que si confesares con tu boca que JESÚS es el SEÑOR, y creyeres en tu corazón que DIOS le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10: 9-10)

¿Habrá alguna razón por el cual no puedas entregarle tu vida a Jesucristo ahora mismo?
Cómo entregar tu vida a Cristo:
1.
Admite que eres pecador y que necesitas perdón.
2.
Cree que Jesucristo murió por ti en la cruz y se levantó de la tumba.
3. Por medio de la oración, confiesa que Jesucristo es el único camino y comprométete a vivir para El por el resto de tu vida.
Entregando tu vida a Jesucristo¿Estás listo para tomar el próximo paso? 


Jesús es el único que nos puede llevar a Dios.
La Biblia dice:
"Que si confesares con tu boca que JESÚS es el SEÑOR, y creyeres en tu corazón que DIOS le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación".

VEN JESÚS TE ESTA ESPERANDO CON LOS BRAZOS ABIERTOS.
Mis mejores deceos, un fuerte abrazo y bendiciones son para ti, de tu hermano Jesús Gadiel. 

lunes, 2 de julio de 2012

FILIPENSES: Escasez y abundancia



filipenses 4:10-13

  
10 Me alegro muchísimo en el Señor de que al fin hayan vuelto a interesarse en mí. Claro está que tenían interés, sólo que no habían tenido la oportunidad de demostrarlo.

11 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre.

12 Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez.

13 Todo lo puedo en CRISTO que me fortalece.

JESÚS, SOLO TÚ SABES

Cuando entra en mí la desesperanza
y el deseo de abandonar todo se apodera de mí
y cuando las fuerzas ya no permiten levantar mis manos
Tú estás nuevamente obrando.
Cuando creo que todos me abandonan
cuando creo que todos están en contra mía
y al sentirme sólo,
Tú estás nuevamente obrando.
Cuando siento que todos murmuran
y me incomodo al estar en boca de todos
y cuando no hayo esperanza
Tú estás nuevamente obrando.
Cuando todo está en silencio
y todo parece vacío,
cuando no escucho tu voz,
Tú estás nuevamente obrando.
Tú obra renueva Señor cada día de mi vida
me amas tanto que jamás sé que me dejarás
Tú obra es la fuerza que alimenta
mi alma, mi ser y todo cuanto tengo.
Tu obra que sea mi fuerza Señor
en los momentos de debilidad.
Tú obra Señor es la que habla en medio del silencio
al buscar en lo profundo de mi corazón.
Tú sabes que decir,
Tú sabes consolar,
Tú sabes liberar,
Tú sabes sanar,
Tú sabes amar.
Oh Jesús amado mío
mi roca,
mi escudo,
mi aliento,
mi fuerza,
mi consuelo,
mi Jesús.. Mi Todo..
Tú Jesús... solo tú sabes...
Bendiciones de tu hermano Jesús Gadiel
Amén

POR ESO SEÑOR NO VUELVO ATRAS

Nunca pensé,
que al conocerte
algo hermoso me darías,
algo bello encontraría para siempre.

No imaginé
que en mi vida encontraría
un nuevo amor dirferente.

Un amor que no engaña,
ni encadena
y que es fiel eternamente amando.

Y aunque a veces en mi vida
me sienta sólo y perdido
no dejaré de confiar
en ti SEÑOR.

Mi corazón ha comprendido
que tu nombre es tan divino
y que largo es el camino de la muerte.

No imaginé
que en mi vida encontraría
un nuevo amor diferente.

No vuelvo atrás SEÑOR mio
porque Tú eres la vida
porque Tú eres la luz que me guía
y en mi casa la paz.

No vuelvo atrás SEÑOR mio
porque me has amado hasta la locura
te has entregado hasta morir por mi culpa
me has salvado SEÑOR, no vuelvo atrás.